¿Es peligroso rellenar las botellas de agua mineral?

Seguro que te has fijado alguna vez en una recomendación que aparece en el etiquetado de algunas botellas de agua envasada, que indica que éstas no se deben rellenar. Hay gente que piensa que esto no es más que una estrategia comercial, mientras que otras personas están convencidas de que se debe a que el plástico del envase es cancerígeno (la recomendación solamente se muestra en las botellas de plástico). ¿Quieres saber a qué obedece realmente esta recomendación?

Nota: Sería más correcto hablar de «agua envasada», ya que el «agua mineral» es solamente uno de los tipos de agua que se venden embotelladas. En otra ocasión hablaremos detenidamente sobre ello.

rellenar botellas agua

Como puedes ver en esta imagen, algunas marcas de agua muestran en su etiquetado una recomendación para no rellenar la botella. Aguas de Fuensanta S.A., Asturias (España).

PET
En la actualidad, las botellas de agua se fabrican con dos tipos de materiales: unas son de vidrio, y otras de un material plástico llamado tereftalato de polietileno (PET) (que por cierto no contiene bisfenol A). Este último es un polímero, es decir, es una macromolécula formada por la unión de moléculas más pequeñas llamadas monómeros. Este material se conoce normalmente por sus siglas en inglés PET (PolyEtylene Terephthalate), letras que puedes observar en la base de la mayoría de las botellas de agua junto al siguiente símbolo:

Este símbolo es el que encontrarás en la base de muchas botellas de agua. El número corresponde a la clasificación que se hace de los plásticos para poder reciclarlos correctamente. (Fuente)

Motivos para no reutilizar las botellas de agua
Como decíamos al comienzo del artículo, en el etiquetado de algunas botellas de plástico se muestra una recomendación para no rellenarlas. ¿Está justificada esta recomendación o se trata de una estrategia comercial? Existen varios motivos para no rellenar las botellas de agua, que puedes conocer a continuación.

La primera razón para recomendar que no se rellenen las botellas de agua (ya sean de plástico o de vidrio) es la más evidente: evitar que se introduzcan líquidos peligrosos para la salud, que puedan ser confundidos con agua. Parece una obviedad, pero cada año aparecen nuevos casos de personas que ingieren por accidente líquidos corrosivos (lejía y otros desinfectantes, disolventes, etc.) almacenados en botellas de agua. Si aún así haces caso omiso de esta recomendación y utilizas las botellas para introducir este tipo de sustancias, debes saber que después no deberías reutilizar dichas botellas para beber agua, ya que, por muy bien que las laves, aún quedarían restos de las sustancias que previamente introdujiste y que podrían afectar negativamente a tu salud y aportar al agua olores y sabores anormales.

La segunda razón por la que algunas marcas de agua muestran esa recomendación en su etiquetado, es la de evitar riesgos microbiológicos. Cuando abrimos una botella de agua, su interior puede contaminarse con distintos tipos de microorganismos, como bacterias y hongos, que pueden proceder de distintas fuentes, como nuestra boca (si bebemos directamente a través de la botella) o el ambiente. Estos microorganismos, que podrían provocarnos alguna patología a corto o a largo plazo, pueden desarrollarse gracias a que disponen de las condiciones necesarias para ello, entre las que se encuentran: presencia de agua (aunque vaciemos la botella, siempre queda alguna gota adherida a la superficie interna), presencia de nutrientes (aunque en cantidades relativamente escasas) y una adecuada temperatura (normalmente se trata de microorganismos mesófilos, cuya temperatura óptima de crecimiento se encuentra entre 15 ºC y 35 ºC). Entonces, ¿por qué en las botellas de vidrio no se da ninguna recomendación para no rellenarlas? Los microorganismos se adhieren con mucha más facilidad a la superficie de los materiales plásticos que a la superficie del vidrio o del metal, especialmente si se trata de una botella con arrugas, recovecos y deformaciones como las que aparecen tras su reutilización, que pueden servir de «refugio» a las colonias de microorganismos. ¿Y si lavamos la botella? Una posible solución para tratar de minimizar el riesgo asociado al crecimiento de microorganismos es lavar el interior de la botella. A este respecto, el Gobierno de Sudáfrica ofrece una serie de recomendaciones en una de sus webs:
– lavarse las manos antes de rellenar la botella
– examinar la botella para asegurarnos de que no está dañada
– lavar la botella y el tapón con agua caliente y jabón, aclararla bien y secarla antes de rellenarla.
– en el caso de que la botella presentara limo superficial o moho, se podría desinfectar con lejía y bicarbonato sódico (personalmente creo que es preferible desechar la botella).
– rellenar la botella con agua que no presente riesgos para la salud y no compartir su uso (si se bebe directamente de ella).

Por último, existe una tercera razón que podría persuadirnos para no reutilizar las botellas de agua (por mucho que las lavemos). El material plástico que compone la botella (el PET) puede ceder al agua ciertos compuestos potencialmente tóxicos, como antimonio. En condiciones normales de consumo, estos compuestos se encuentran en cantidades que, a priori, no suponen un riesgo para la salud. Sin embargo, su cantidad puede aumentar con el tiempo de permanencia del agua en la botella y también con el número de reutilizaciones que hagamos de la misma, algo que se debe al deterioro del plástico. ¿Esto debería preocuparnos? Se ha escrito y hablado mucho sobre ello, especialmente en Internet, donde abundan los correos virales y los sitios web alarmistas en los que se indica que las botellas de plástico provocan cáncer. Pero ¿realmente es cierto?

Una botella de PET. ¿Medio llena o medio vacía? (Fuente).

¿El plástico del envase provoca cáncer?
Existe la creencia, ampliamente extendida, de que el plástico de las botellas de agua (el PET) puede provocar cáncer. Una vez más, el origen de este mito se debe en gran parte a varios bulos (hoaxes) que circulan por Internet a través de correos virales. Veamos lo que dice cada uno de ellos.

Hoax 1. La primera versión del hoax es un correo escrito en inglés que data del año 2003, en el que se menciona que el plástico utilizado en las botellas de agua envasada contiene un compuesto potencialmente cancerígeno, concretamente dietilexil adipato o DEHA. Así, según este correo, las botellas serían seguras si se utilizan solamente una vez, ya que su reutilización provocaría la liberación de ese compuesto.

Según parece, el origen de esta información es una tesina con escaso rigor científico y plagada de errores, realizada por un estudiante de la Universidad de Idaho, que se hizo bastante popular gracias a algunos medios de comunicación. En dicha tesina se afirma por ejemplo que el DEHA está clasificado como compuesto cancerígeno, cuando en realidad los organismos encargados de esa clasificación en los Estados Unidos (U.S. Occupational Safety & Health Administration, National Toxicology Program o International Agency for Research on Cancer), nunca lo regularon ni clasificaron como tal, ya que los estudios realizados al respecto no mostraron evidencias de que esta sustancia provoque cáncer. De hecho, las autoridades sanitarias estadounidenses, concretamente laFDA (Food and Drug Administration),  aprobaron el DEHA como una sustancia que puede estar en contacto con los alimentos, ya que no supone ningún riesgo para la salud.

Unidad repetitiva de PET. (Fuente).

Hoax 2. Un segundo correo viral, también escrito en inglés, y que data del año 2004, advierte que, según el centro Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, la congelación de las botellas de plástico puede liberar dioxinas cancerígenas en el agua.

Esta institución negó en un comunicado la autoría de ese mensaje y desmintió su contenido. Según Rolf Halden, investigador del centro, las dioxinas se forman a partir de procesos de combustión en los que interviene el cloro (por ejemplo cuando quemamos PVC). Sin embargo, no hay dioxinas en los plásticos, y menos aún en el PET. Además, suponiendo que hubiera dioxinas, la congelación limitaría su difusión, es decir, actuaría de forma contraria a como se afirma en el mensaje.